¿Un creyente se puede suicidar?
¿Es posible que un creyente se suicide?
“Pero Ahitofel, viendo que no se había seguido su consejo, enalbardó su asno, y se levantó y se fue a su casa a su ciudad; y después de poner su casa en orden, se ahorcó, y así murió, y fue sepultado en el sepulcro de su padre”. 2º Samuel 17:23.
Muchos hacen la pregunta incómoda: “Si un cristiano se suicida, ¿puede aún ser salvo?”.
Es lamentable que algunos cristianos hayan cometido suicidio. Sumado a la tragedia, está la falsa enseñanza que dice que, cuando una persona, creyente o no, comete suicidio, automáticamente es enviada al infierno. Muchos cristianos y predicadores creen que un cristiano que comete suicidio no será salvo jamás. Pero la Biblia no apoya esta enseñanza de que el suicidio es causante de pérdida de la salvación, ya que el que es salvo no puede perderse jamás.
Varios factores no permiten que creamos que un suicidio de un creyente verdadero le lleve al infierno:
- Primero, la Biblia enseña que, desde el momento en que creemos verdaderamente en Cristo, podemos tener la seguridad de la vida eterna (Juan 3:16), es decir, un creyente verdadero jamás puede perderse. Según la Biblia y más allá de toda duda, los cristianos nacidos de nuevo saben a ciencia cierta que tienen la vida eterna (1ª Juan 5:13), porque nada puede separar a un cristiano del amor de Dios (Romanos 8:38-39).
- Segundo, “ninguna criatura” puede separar a un cristiano del amor de Dios. El cristiano que comete suicidio sigue siendo una “criatura”; por lo tanto, ni siquiera el suicidio puede separar a un cristiano del amor de Dios.
- Tercero, la salvación no depende de si una persona se suicida o no lo hace. La Escritura enseña que Jesús murió por todos nuestros pecados, y en un momento de debilidad espiritual el creyente se suicida, su pecado aún está cubierto por la sangre de Cristo, y es salvo. A obtenido su consecuencia, y debe ser juzgado por ello ante el Tribunal de Cristo para la evaluación de las recompensas. Pero según la Biblia, el suicidio no es lo que determina si una persona obtiene la entrada al cielo. La consecuencia del suicidio es pérdida de recompensas; una gran pérdida (1ª Cor. 5:10).
- Cuarto, si una persona que no es salva comete suicidio, lo único que ha hecho es “adelantar” su viaje al infierno, porque en la vida está “condenado” ya. Sin embargo, toda persona sin Cristo, haya o no cometió suicidio, estará finalmente en el infierno por rechazar la salvación a través de Cristo, y no porque se suicidó (ver Juan 3:18). Nadie sabe realmente qué es lo que está ocurriendo en el corazón de una persona en el momento en que muera. Algunas personas tienen “conversiones en su lecho de muerte”, como el ladrón en la cruz, y aceptan a Cristo en los momentos antes de morir. Es posible que el que se suicida pueda tener un cambio de corazón a último minuto (si lo hubiera) y clame a Dios por misericordia. Dejamos tales juicios a Dios (1º Samuel 16:7).
- Quinto, el suicidio de un creyente es evidencia de que un creyente puede estar luchando con la desesperación, y que nuestro enemigo, Satanás, lo ha engañado, porque es “homicida desde el principio” (Juan 8:44). El suicidio sigue siendo un pecado grave contra Dios. De acuerdo a la Biblia, el suicidio es un homicidio y siempre está mal. Los cristianos están llamados a vivir sus vidas para Dios, y la decisión de cuándo vamos a morir le pertenece única y exclusivamente a Dios. Pero la Biblia revela que algunos creyentes desearon la muerte, como Elías (1º R. 19:4), o como Saúl, que sí se suicidó antes de ser apresado por los enemigos (1º Samuel 31), o como Job ante su angustiosa experiencia. Si el suicidio pudiera perder el alma de un redimido, la sangre de Cristo no sería suficiente.
El suicidio no puede condenar al salvo, pero la pregunta que surge es por qué un creyente en Cristo, con la presencia del Espíritu Santo, se quita la vida cometiendo un pecado tan grave. Es probable que muchos de estos suicidios de creyentes sea el desenlace del pecado de muerte anunciado por Juan en 1ª Juan 5:16 y 1ª Corintios 5:5, y el creyente ha desobedecido y se ha alejado tanto de la Fuente de gozo, que termina en la consecuencia que el Señor nos quiere evitar, la muerte. No obstante, no podemos afirmar con certeza que un creyente no pueda suicidarse, o que pueda hacerlo.
No aprobamos el homicidio (lo que incluye el suicidio), pero la salvación no depende de lo que hacemos, sino de lo que Cristo hizo; Él no confunde jamás Su promesa con nuestras acciones y consecuencias. Pero igualmente afirmamos que sí hay un pecado “de muerte” para el creyente desobediente, y puede producirse en un suicidio, como en cualquiera otra forma que puede suceder. Pero afirmamos categóricamente que ningún creyente obediente y santificado se suicidaría jamás. Dejemos a Dios juzgar aquello que Él no dejó claramente revelado en las Escrituras.