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Selección y Manipulación de las Especies

6.¿Es pecado la selección y manipulación de las especies?

“Mis estatutos guardaréis. A tu animal no harás ayuntar para mezclar especies; tu haza no sembrarás con mezcla de semillas, y no te pondrás vestidos con mezcla de diversas cosas”. Levítico 19:19

Es bien sabido que en la crianza de animales, la selección genética es un arte para producir diferentes razas de una misma especie. Aunque solo existe una especie canina, las razas que han surgido por la selección de las personas en los cruces, ha resultado ser muy variada.

Esta selección ocurre también entre los seres humanos, cuando personas de diferentes etnias se casan y procrean hijos. Aunque todos somos igualmente personas, de las mismas capacidades y de los mismos privilegios, el tamaño, la apariencia y el color de la piel varía. Esto en sí no es malo, es lo la evidencia del cruce de etnias.

La Escritura demuestra que ya en épocas tan antiguas como la de Jacob, era común el cruce selectivo de especies para producir razas diferentes dentro de la misma especie, sin restar el valor genético ni la capacidad, sino solo la apariencia externa. En Génesis 30:31-42 encontramos a Jacob usando una varas de álamo, avellano y castaño para el cruce de ovejas. Es obvio que esas plantas no eran las que producían los colores, sino que Jacob parece utilizar una combinación de hierbas que hacían a las ovejas entrar en celo. En el verso 38, el verbo “procreaban”, que aparece en la Reina-Valera 60, es mejor traducido en la antigua Reina-Valera 1909, donde dice “recalentaban”, una expresión antigua para referirse al celo de los animales; y que debería traducirse “entraban en celo”.

Este procedimiento no es extraño entre los ganaderos modernos, que usan plantas para producir el celo en los animales, y así poder controlar el cruce entre ellos. Es muy probable que las plantas producían ese efecto de entrar en celo, y así Jacob podía regular sobre cuáles animales aplicarlo para que entraran en celo, evitando que las otras ovejas entraran en celo de manera inmediata. Ni se sabe a ciencia cierta qué era el álamo, más que una idea de que era algún arbusto blancuzco, el “avellano” podría ser una especie primitiva de almendro, o de alguna nuez; en tanto que el “castaño” podría referirse a una planta similar al plátano, lechosa y que era preferida de los animales. Alguno de estos arbustos o la combinación de ellos producía ese despertar sexual entre los ganados.

Todo esto demuestra que no es pecado el usar inteligente y responsablemente la manipulación de las especies para producir razas entre la misma especie, de mejor calidad y más resistentes. De hecho, Jacob reconoce que este procedimiento era una “bendición de Jehová” (31:7, 9), un reconocimiento al conocimiento adquirido para lograr esta hazaña genética.

Sin embargo, es solamente permitido dentro de la misma especie, y es claramente prohibido entre especies diferentes. La Biblia condena cualquier mezcla entre animales de especies diferentes (Lev. 19:19), y esto se extendía al uso de dos especies diferentes en una misma labor (Deut. 22:10); o a la práctica zoofílica donde un ser humano tenía copulación sexual con un animal (Lv. 20:15-16). También se prohibía todo intento de hacer plantas transgénicas (Lev. 19:19). Hoy se ha violentado el mandamiento, y la consecuencia se ha comenzado a ver en detrimento de la salud de las personas.

La mezcla en la misma especie requiere de un acto moral divino, y cualquier intento de unir dos especies diferentes, es violentar ese principio sagrado de la exclusividad de las especies y el diseño de cada una de ellas.

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