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¿Por qué rechazan la sanidad del endemoniado?

¿Por qué los porqueros rechazan a Jesús cuando sana al endemoniado Gergeseno?

“Y he aquí, toda la ciudad salió á encontrar á Jesús: y cuando le vieron, le rogaban que saliese de sus términos”. Mateo 8:34

El texto de Mateo 8:33-34 describe varias situaciones que terminan con el rechazo a Jesús:

El país de los gergesenos eran de costumbres paganas, aunque eran judíos. Ellos criaban cerdos para alimento, un animal prohibido en la Ley de Dios (Lv. 11), lo que significa que rechazaban como pueblo a Dios, y se dedicaban al paganismo.

El hecho de que haya un hombre tan endemoniado, deja claro que era un pueblo muy alejado de Dios y de su verdad, al punto de que los demonios estaban haciendo daño a todas las personas. Probablemente esos demonios influenciaban a los otros, pero permanecían resguardados en aquel pobre hombre.

Este endemoniado tenía una “Legión” (Marcos 5:9), que equivale a 12,000 soldados romanos. El hato de cerdos era apenas de 2, 000 cerdos (marcos 5:13). Es decir, 6 demonios por puerco.

Cuando Jesús permite que entren en los cerdos, está claramente indicando que está contra la actividad de la ciudad, y por lógica, en contra de las personas de la ciudad por sus pecados. Cuando se despeñan en el mar, les estaba diciendo claramente que el juicio de Dios estaba sobre ellos por sus pecados.

Cuando pasa esto, van y llaman a todos los de la ciudad. No son solo los dueños de los puercos, es toda la ciudad la que se reúne. Ven al hombre libre a los pies de Jesús, y entienden que es un profeta de Dios.

No se llenan de admiración por lo que Jesús hizo, se llenan de miedo, y en lugar de arrepentirse de sus pecados, actúan asustadizos en defensa propia, en temor por ser destruidos por sus pecados. No se arrepienten, solamente se lamentan llenos de miedo. Por eso ruegan que Jesús se vaya.

Cuando Jesús lo escucha, no se enoja, tiene compasión de ellos y se regresa al barco humildemente. No sufrió violencia más que la petición de que se fuera. Tenían miedo de un juicio mayor.

Cuando el endemoniado, ya libre, le ruega a Jesús acompañarlo, Jesús no lo deja, y le dice que se vaya a su casa, en la ciudad de Gadara, para que predique allí el Evangelio. Era más efectivo el testimonio de la persona libertada, que la Palabra del Libertador, cuando el corazón de los oyentes está lleno de temor por sus pecados.

Igual pasa ahora. La mayoría de las personas escuchan más a una persona que salio de la adicción o del vicio, que los que nunca han tenido esto. La culpa de tener pecados frente a alguien que no los tiene en muchas ocasiones bloquean el sentido, y hace que las personas se llenen de miedo y vergüenza, y procuren huir en lugar de enfrentar su mal.

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