¿Niños con pecado original?
6.¿Nacen los niños con pecado original?
“Porque hasta la ley, el pecado estaba en el mundo; pero no se inculpa de pecado no habiendo ley”. Romanos 5:13.
El Salmo 51:5 ha sido usado para indicar que los niños son formados con pecado. No obstante, el contexto y el mismo pasaje no dice nada de esta enseñanza, como veremos.
Obsérvese con claridad la frase: “En maldad he sido formado…”, no dice que “fui formado con maldad”. El pasaje habla del hecho externo que afecta a todo ser humano, el pecado que le rodea y le contamina. La segunda frase dice: “en pecado me concibió mi madre”, lo que tampoco significa que “al ser concebido traía el pecado de mi madre”.
En consonancia con la Palabra de Dios, al ver que este pasaje no dice que venimos al mundo siendo ya pecadores, entendemos que el pasaje sí se refiere a la herencia que recibimos de nuestros padres pecadores y malvados.
Veamos algunos puntos al respecto:
- Jesús dice que los padres son “malos” (Mt. 7:11), no porque son de acciones malas, sino porque no son obedientes perfectamente a Dios. Ellos tienen la maldad en su corazón. La maldad no siempre produce “pecado”, es decir, desobediencia a la Ley.
- El pecado es definido como “transgresión” de la Ley (1ª Juan 3:4). Quien no conoce la ley, no la puede “transgredir”, sin embargo, puede transgredir la “ley moral del corazón” (Ro. 2:14-16). Bíblicamente hay dos leyes: una que es aplicada al corazón de todos, y otra la que está escrita en la Ley de Jehová. En el sentido de violentar el principio moral del corazón, una persona se transforma en “pecadora”. Un niño en el vientre no puede transgredir ninguna de las dos, porque ninguna es conocida, experimentada y comprendida.
- El hecho de nacer de padres pecadores, heredamos la maldad de nuestros padres, y así la heredamos a nuestros hijos. El Salmista viene hablando de sus pecados y sus transgresiones, e intercala el concepto de ser concebido en pecado precisamente entre dos versículos que hablan de su condición pecaminosa, por lo que el texto se refiere a una forma de explicar a Dios que sus acciones pecaminosas han sido herencias traídas a causa de sus padres pecaminosos. Puesto que Adán pecó, dice Pablo, “todos pecaron”, es decir, debido a esa inclinación, todos terminamos cometiendo pecado.
A esto es necesario añadir el concepto teológico de “depravación”. En el cristianismo es la idea de que todo ser humano es concebido con una naturaleza pecaminosa que le ha deformado de forma permanente. El calvinismo tomó esa idea para formar un concepto fatalista de imposibilidad absoluta en la toma de decisiones y en la responsabilidad individual. Esto ha confundido gravemente a la gente cuando pensamos en los niños.
En la Biblia, la palabra pecado tiene que ver directamente con la obediencia a la Ley de Dios (1ª Juan 3:4), pero en cuanto a la “naturaleza” de pecado, la Escritura regularmente usa el término “maldad” o “carne”, como en el Nuevo Testamento, donde la inclinación al mal se le denomina “carne”. En griego hay dos palabras que se traducen “carne”: soma y sarxs, y dependiendo el contexto, puede significar las sensaciones pecaminosas expresadas mediante el cuerpo, o simplemente a la carne humana que es visible y transmite las sensaciones buenas y malas del mundo que nos rodea, es decir, al cuerpo físico.
Un niño pequeño está seguro en su salvación antes de que pueda tomar decisiones, y es una salvación hecha por el Padre (Mt. 18:14). Pero esa salvación es aplicable solamente si el niño muere sin conciencia del pecado; porque en el texto de Mateo 18, inmediatamente sigue la exhortación divina a no odiar al hermano, y presenta las consecuencias de este odio.
Los niños pequeños, que no pueden discernir el bien del mal, no pecan; porque no entienden ni conocen el bien del mal. Cuando éstos, bajo el aprendizaje bíblico o regular de la humanidad, aprende a discernir el bien del mal, entonces son responsables de sus actos, en tanto que los niños pequeños no son responsables de sus actos.
Según Hechos 13:22 y 2º Samuel 23:1,2, el rey David era un creyente y era salvo. Cuando el rey David muere, va al “lugar de sus padres” (1º Reyes 2:10 y Salmo 23:6). Cuando leemos 2º Samuel 12:23, notamos que cuando murió el hijo de tan sólo una semana de vida, de David y Betsabé, David dijo, “Yo voy a él…” Esta es una prueba bíblica de que los pequeños están seguros en Jesús y que van al cielo en caso que muera.
Que triste es que tantas personas llevan sus bebés para ser “rociados” poco después de su nacimiento ya que se les ha enseñado a temer llegar a morir “sin ser bautizados”, o personas creyentes que creen que sus pequeños hijos van al infierno porque “no pudieron oír el Evangelio” o porque estaban predestinados a no ser salvos. Todo bebé o niño que muere antes de discernir el bien y el mal, es salvo por gracia. El niño será juzgado cuando sepa tomar decisiones, y reconocer el bien del mal.