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Los juegos de Azar

¿Puede un creyente jugar lotería?

Los juegos de azar son controvertidos. Pero la Escritura indica con claridad cómo un creyente se debe comportar hacia ellos. En Proverbios 13:11 leemos: “Las riquezas adquiridas sin esfuerzo se menoscaban; pero el que recoge con mano laboriosa las aumenta”. La riqueza “vana”, es decir, hueca, sin propósito y sin esfuerzo, no es una riqueza que Dios quiere que obtengamos. Las riquezas deben ser el producto del trabajo honesto y el esfuerzo personal.

Al igual que el fumado, no hay ningún lugar específico en la Biblia que prohíba los juegos de azar, como otros pecados. Sin embargo, la Escritura sí contiene muchos principios que deben hacerle dudar de que la práctica de estos juegos sea la que Dios aprueba para un Cristiano:

1. En su Palabra, Dios muestra al trabajo como la manera normal de ganar el dinero que se precisa para vivir (Ef. 4:28; 2ª Tes. 3:12; Prov. 31). Cuando una persona no puede trabajar, la segunda opción es la oración (Fil. 4:6, 19). No es la “suerte”.

Todos los ingresos le pertenecen a Dios, no a nosotros (Sal. 24:1), y no deberíamos utilizarla como a nuestro antojo. Somos mayordomos de Dios y debemos utilizar el dinero de acuerdo a los propósitos de Dios. Los Cristianos son llamados a suplir las necesidades de sus familias (1ª Tim. 5:8), y también compartir con otros, particularmente con otros cristianos que tienen necesidad (2ª Cor 8-9; Gál. 6:6-10; 3ª Juan).

A)¿Aprueba Dios que yo utilice mi dinero para comprar un billete de lotería?

La respuesta es dada acerca de cómo Dios utiliza el dinero para lograr importantes propósitos para Su reino y sus hijos:

  1. Suple las necesidades básicas (Mat. 6:11; 1ª Tim. 6:8).
  2. Construye nuestro carácter (Fil 4:10-13)
  3. Da dirección al proveer o retener recursos económicos, como el diezmo y las ofrendas (2ª Cor. 9:1).
  4. Ayuda a otros por intermedio nuestro.
  5. Muestra su poder al proveer milagrosamente.

Los juegos de azar no proveen estos resultados. Debemos esperar en Dios y no en la lotería para la provisión de nuestras necesidades. En la Escritura la codicia y la avaricia son pecado (Ex. 20:18; 1ª Tim. 6:9; Heb 13:5), y estos son los motivos en la mayoría de los juegos de azar. En Proverbios el Señor advierte acerca de desastres para las personas que desean enriquecerse rápidamente (28:20, 22), y afirma que la riqueza que llega fácilmente, también se va fácilmente (Prov. 13:11). Toda riqueza obtenida de forma incorrecta destruye las familias (Prov. 15:27).

Los juegos de azar puede ocasionar una adicción, y aunque no seamos presa de él, no obstante, el ejemplo de comprar un juego que produce adicción, puede ocasionar que otros caigan esclavos del mismo (1ª Cor. 8:9, 13), especialmente los hijos o cercanos.

Otro motivo, es que todos los juegos de azar tienen como a su proveedor a la “suerte”, porque las cosas no son “casualidad”, son el producto de su voluntad.

B)¿Qué hay de malo con los juegos de azar?

Jugar es un asunto complejo, aún si se lo hace con moderación y solamente de vez en cuando. Es un despilfarro de dinero, pero no es necesariamente “perverso”. La gente malgasta el dinero en todo tipo de actividades. Jugar no es ni más, ni menos despilfarro de dinero que ver una película (en muchos casos), comer una comida innecesariamente costosa, o comprar un artículo inútil.

Al mismo tiempo, el hecho de que se desperdicie el dinero en otras cosas, no justifica el juego. El dinero no debería ser malgastado. El dinero excedente debería ser guardado para necesidades futuras, o dado a la obra del Señor, no para apostar, porque la apuesta es pecado, al ser un deseo producido por el amor al dinero (2ª Tim 6:10).

Aunque la Biblia no menciona el juego de azar, aunque emplea el término “azar” o “suerte”. Tenemos unos ejemplos:

  1. En Levítico, Aarón echó suertes sobre los dos machos cabríos, uno para Jehová y el otro para Azazel.
  2. Josué echaba suertes para determinar la asignación de tierras a las diferentes tribus.
  3. Nehemías echaba suertes para determinar quién viviría dentro de los muros de Jerusalén y quién no.
  4. Los apóstoles “echaban suertes” para determinar el reemplazo de Judas.
  5. Proverbios 16:33 dice, “La suerte se echa en el regazo; Mas de Jehová es la decisión de ella.”.

Estos ejemplos no hablan de juegos de azar, sino de acciones que requieren que el resultado no sea controlado por alguien, sino que se dé como parte de la imparcialidad. “Echar suertes” podría ser un voto secreto, podía ser una forma de decidir en algo difícil y no responsabilizarse a sí mismo. La palabra “suerte” y “azar” tienen la idea de “resultados no previstos”; algo sucede sin que nadie sea directamente responsable.

C)¿Qué diría la Biblia sobre los casinos y las loterías?

Los casinos utilizan todo tipo de planes de marketing para tentar al jugador a que arriesgue tanto dinero como sea posible. Son una estafa abierta y apelan al amor al dinero. A menudo ellos ofrecen bebidas alcohólicas económicas y aún gratuitas, lo cual estimula la embriaguez, y de ese modo, ocasiona una disminución en la habilidad de tomar decisiones sabias.

En un casino, todo está perfectamente aparejado para recibir dinero en grandes sumas y no devolver nada, a excepción de placeres momentáneos y vacíos.

Las loterías intentan presentarse a sí mismas como una forma de financiar programas educativos y/o sociales. Sin embargo, estudios muestran que los participantes de la lotería son, por lo general, aquellos quienes menos recursos tienen para gastar dinero en billetes de lotería. Para aquellos que están desesperados, el encanto de “volverse rico rápido”, es una tentación demasiado grande como para resistirse. La oportunidad de ganar es infinitesimal, lo cual resulta en que las vidas de mucha gente terminen arruinadas. Aparte que los casinos y salas de juegos están llenos de vicios y pecados prohibidos por las Escrituras.

D)¿Por qué las ganancias de la lotería no agradan a Dios?

Mucha gente afirma comprar la lotería o jugar, a fin de poder dar dinero a la iglesia, o para alguna otra buena causa. Mientras este puede ser un buen motivo, la realidad es que pocos utilizan las ganancias del juego con propósitos piadosos. Estudios muestran que la vasta mayoría de ganadores de la lotería, pocos años después de haber ganado el premio gordo, se encuentran en una situación económica aún peor de la que estaban al principio. Pocos, si es que hay alguno, en realidad dan el dinero a una buena causa. El que juega convulsivamente para ganar, tiene un corazón egoísta y avaro, que lo justifica con frases que prometen buenas acciones que nunca se hacen realidad.

Además, Dios no necesita nuestro dinero para financiar Su misión en el mundo. Dios es dueño y Señor de todo y va a proveer para las necesidades de la iglesia a través de medios honestos. ¿Sería Dios honrado al recibir dinero donado de la droga, o dinero sustraído en el asalto a un banco, o de una sala de juegos, o de las acciones de gastar tanto dejando a la familia sin sus necesidades básicas? Por supuesto que no. Dios no necesita o desea dinero que fue “robado” a los pobres por la tentación de las riquezas, y por la manipulación perversa en beneficio de unos pocos.

En 1ª Timoteo 6:10 nos dice, “porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores”. Hebreos 13:5 declara: “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré”. En Mateo 6:24 Jesús doce: “ Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”. No es verdad que un creyente puede servir a Dios, cuando su afán de satisfacer su vicio de apuestas es más fuerte que el dar su diezmo y ofrendas.

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