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La Homosexualidad

¿Qué tan condenable es la “homosexualidad”?

En un mundo lleno de caos, no es necesario vociferar contra la maldad; la batalla sencilla y quieta en la intimidad de la oración, junto al Padre, dará respuestas en público que serán escuchadas por toda la Humanidad.

Cuando la batalla espiritual se hace visible, y las odas demoníacas arremeten en contra de lo bueno, los que son del bien, luchan desde sus rodillas, con fe en la Palabra de Aquel que nunca pierde, que es vencedor, que es maravilloso y que es Dios sobre todas las cosas; los santos no toman armas, ni ofenden, tampoco usa de la anfibología en un intento de “ganar” ante el mal expresado.

A)El término “homosexual”

Quisiera aclarar, en primer lugar, que el término “homosexual” fue acuñado en el siglo XIX, primero en alemán, como “Homosexualität”, por el escritor y activista austriaco, Karl María Kerbeny (1824-1882), quien la utilizó por primera ves en una carta del 6 de mayo de 1868, enviada a un amigo, el escritor Karl Hénrich Ulrichs (1825-1895). Y al año siguiente (1869), la palabra “homosexualitat”, sale públicamente en un panfleto anónimo, editado en Leipzig, donde, según Burroway, se pronunciaba “por la revocación de las leyes prusianas sobre la sodomía, sosteniendo que los actos sexuales privados y de común acuerdo, no deben ser motivo de penaliad, ni considerados criminales” (Burroway Jim, 2008. Today in History: The Love That Dares Not Speak Its Name Gets a Name. Box Turtle Bulletin).

Ahora bien, el término “homosexual” es una combinación de dos palabras de idiomas distintos: “homo”, de origen griego y que significa “igual”; y el latín “sexus”, que significa “sexo”. Desde su primer uso en la psicología, tiene la intención de “normalizar” el homosexualismo, eliminando en todo lo posible el término bíblico “sodomita”, persona libertina que vive en excesos pecaminosos similiares a Sodoma.

Lo interesante del término homosexual, es que tuvo que acudir a dos idiomas y fundir un concepto, en dos formas antinaturales del lenguaje, para comenzar a divulgarlo en secreto, y terminar haciendo una enorme propaganda de confusión, algo que se sigue haciendo con la defensa al pecado.

Bíblicamente hablando, Sodoma y Gomorra no eran solo “homosexuales”, la perversión estaba practicada en todo sentido. Aunque el término “homosexual” suavizó el sonido al oído, dejó la misma perversión que siempre ha demostrado el sodomismo, y que ahora se evidencia en un aglomerado de letras que forman un término inexpresable. La llamada “homosexualidad” atrae y conlleva otras acciones sexuales perversas, como la pedofilia, el zoofilismo y el necronismo, junto con todas las características que Pablo da en Romanos 1.

B)El término “sodomita”

En la Reina-Valera y las Biblias que respetan el texto inspirado, no se emplea el término “homosexual”, sino el término “sodomita”. La Reina-Valera 1909 usa “sodomítico”, y la 1960 “sodomita” una sola vez en su forma singular, en Deuteronomio 23:17. En este caso específico, no se habla de un “practicante de la sodomía”, sino de una persona que no era judía y quería hacerse parte de la nación de Israel, y era un término peyorativo.

En su forma plural, “sodomitas”, se emplea en 1º Reyes 14:24; 15:12; 22:46; Job 36:14 y 1ª Timoteo 1:10. En todos los casos, incluye a las personas que tienen las prácticas sexuales perversas de Sodoma. De allí que es importante que veamos la enseñanza bíblica acerca de Sodoma y Gomorra.

La maldad de Sodoma, como se registra en Génesis 19, es una maldad que abarcaba todas las edades, y su único objetivo era la perversión sexual:

  1. Todos los habitantes de Sodoma querían violar a los ángeles (v. 4). Observe que se mencionan tres grupos: 1) hombres de la ciudad; 2) varones de Sodoma y 3) todo el pueblo junto. En Sodoma había matrimonios y existían un código social que los regía (Gn. 19:12, donde se habla de yernos).
  2. Se afirma que, aunque tenían un código social, su pecado era terrible y no lo disimulaban (Is. 3:9).
  3. El pecado incluía “conocer” a los ángeles (v. 4), un término que habla de tener relaciones sexuales. No solo era homosexualismo, sino todo tipo de perversión sexual que le acompaña.

Como veremos en el concepto de Pablo en Romanos 1 sobre la vida perversa, la homosexualidad es parte de una maldad mayor; la homosexualidad es solo la demostración de una maldad que está más adentro, que es más perversa.

C)“Echarse con varones” y “afeminado”

Estas dos expresiones se encuentran con Pablo en sus cartas. Se refieren al que tiene sexo con varones y a quien se viste de mujer. En cuanto a mujeres vistiendo de varones, no se dice mucho en la Biblia, quizá porque no es un elemento en sí concluyente, sino subsecuente a la verdad del travestismo. Estos términos son los más aplicados en la Biblia para referirse a lo que ahora llaman “homosexualismo”.

Usaremos el término “homosexual” en versalitas, pero esclareceremos el punto conforme vayamos llegando a la explicación del texto bíblico. El término tiene en sí ya un sentido comprensible para nosotros, pero no abarca el sentido bíblico de maldad y perversión.

D)La Biblia sí prohíbe la homosexualidad

Actualmente se ha procurado enseñar que la Escritura no prohíbe el homosexualismo, y que en cada referencia hace alusión a la idolatría o a la prostitución, y que por tanto, si una pareja es fiel, no es prohibido en la Escritura.

Ese pensamiento, como los relacionados a ese concepto de permisión, no solo carece de base bíblica, sino que ignora toda la evidencia histórica. Porque aunque la historia secular afirma la existencia perenne de las prácticas homosexuales, también demuestra el rechazo cristiano o bíblico a las mismas.

Como cristianos, toda enseñanza y práctica deben alinearse con la Biblia, ya que es la Palabra de Dios (2ª Timoteo 3:16), pero aceptamos que hay un sinnúmero de opiniones basadas en “tradiciónes”, “razón” y “experiencia”. No podemos aceptar un razonamiento, por lógico que suene, si contradice los principios bíblicos.

E)El sexo antinatural

En Levítico 18:22, leemos: “No te acostarás con varón como con mujer; es abominación”.

Solamente la lectura es comprensible. No habla de idolatría ni de actos religiosos en su contexto. El contexto, más bien, señala las relaciones exuales incestuosas de individuos. Es obvio, por tanto, que este mandamiento, junto con el de mantener relaciones sexuales con animales, es dirigido a individuos, y considera como “abominable”, una palabra hebrea que significa “repugnante”, como faltando a lo limpio y saludable.

Es obvio el uso de “abominable”, porque estos actos conllevan enfermedades físicos irreparables, debido al mal uso de la sexualidad humana.

Otro texto del AT que habla sobre esto es Levítico 20:10-16. Igualmente al anterior, es un texto dirigido a individuos en una practica sexual privada y personal. Las consecuencias son iguales a las del texto de Levítico 18:22, y solamente reflejan la idea básica que tiene Dios y sus mandamientos con relación al uso inadecuado de la sexualidad.

Observe que en estos pasajes, la lista de los pecados sexuales castigados con la muerte, que incluyen el incesto, adulterio, bestialidad y homosexualidad, se enumeran en la misma categoría. Es tan perverso el abuso de un familiar como la homosexualidad misma. De hecho, es evidente que un incesto conlleva a un estilo de vida moral contraproducente. La Ley de Dios prohibió la homosexualidad, porque se basaba en el “código de santidad” dada por Jehová a su pueblo, según el libro de su culto de Levítico. La ley de Dios es sin ambigüedad en su posición hacia las relaciones homosexuales; y eran consideradas como abominación. No hay ni una sola palabra en la Biblia, de Génesis al Apocalipsis, que aprueba la práctica homosexual. Por el contrario, es universalmente e inequívocamente condenada.

El homosexualismo, en el sentido de tener sexo con una persona de su misma sexualidad, es pecado en todo sentido. La Biblia no es ambigua al respecto.

Algunos utilizan el argumento que la Ley ya no es aplicable, y que por tanto, no corresponde a los actos sexuales modernos, aduciendo que muchas leyes en el Antiguo Testamento se hicieron anticuadas con la llegada de la nueva alianza.

Y aunque este es un punto en sí válido, la aplicación es errónea. Si tomamos Levítico 19:19, donde Dios dice: “Mis estatutos guardarás. No harás ayuntar tu ganado con animales de otra especie; tu campo no sembrarás con mezcla de semillas, y no te pondrás vestidos con mezcla de hilos”, la aplicación no es judicial, pero es absolutamente práctica, como se ha comprobado en la agricultura. Aunque no es aplicable para emitir un juicio contra quien lo practica, trae las consecuencias que se advierten allí mismo.

¿Qué mandamientos siguen siendo válidos para la Iglesia de hoy y cuáles son obsoletos? Realmente todos los mandamientos son válidos; la diferencia es que para el creyente estos están “cumplidos” en Cristo, y no es necesarios seguirlos como medio de santidad o salvación. Jesús mismo afirmó que su ley no está abrogada, sino cumplida (Mateo 5:17-18).

Las relaciones sexuales entre dos varones o entre dos mujeres, es contrario al concepto bíblico de la sexualidad humana.

F)La moral de las iglesias

Ya en el Nuevo Testamento, encontramos una aplicación más enfocada en la moral y espiritualidad, que en un ejercicio legal. En 1ª Corintios 6:9-11, Pablo menciona que una persona que no haya sido redimida y vive en pecados sexuales, no entrará en el Reino de Dios. Luego, afirma que cualquiera que practica esto, si es miembro de una iglesia, debe ser expulsado (ni aún comáis con él), sin permitirle la membresía en la iglesia.

Como se puede ver en 1ª Corintios 6, el Nuevo Testamento confirma explícitamente las leyes sexuales que fueron mandados para el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento. Esto elimina la ambigüedad aparente con respecto a qué leyes sexuales levitas siguen siendo válidas para las Iglesias de hoy. El Nuevo Testamento afirma constantemente las leyes sexuales que se encuentran en la Ley de Dios. El texto de 1ª Corintios demuestra explícitamente la enseñanza bíblica de que la homosexualidad es considerada pecaminosa, tanto en la vieja como en la nueva sociedad.

Esta verdad se repite en 1ª Timoteo 1:9-10, donde se habla de aplicar “correctamente” la ley de Dios en las iglesias. La Ley ha condenado la homosexualidad y las iglesias deben verlo como un acto contrario a la voluntad y a la doctrina cristiana dada por Jesucristo.

En 1ª Corintios se usan dos palabras griegas, “malakoi” (afeminado) y “arsenokoitai” (echan con varones), que identifican a “los hombres que practican la homosexualidad”. En 1ª Timoteo se emplea la misma palabra “arsenokoitai”, calificándola dentro de las actividades condenadas en la Ley de Dios. La palabra “malakoi [afeminado]”, significa “delicado” en el sentido negativo y controversial, porque niega su naturaleza. La otra palabra, arsenokoital, viene del griego arsen [varón], y koite, [cama], en referencia directa a la práctica misma del sexo entre dos varones. Esta sería la palabra griega equivalente al significado de la palabra “homosexual” en español. Estas dos palabras griegas están derivadas directamente de Levítico 18:22 y 20:13.

Además, en estos pasajes la palabra griega “porneia”, traducida “fornicarios”, incluye todas las formas de conducta sexual desviada, desde las que son de vista (pornografía) hasta las que son de práctica demostrada.

El marco de referencia, para cualquier conducta sexual desviada, ha sido la Escritura, donde “fornicación”, consistía en toda clase de relaciones sexuales afuera del matrimonio entre un hombre y una mujer, o entre personas del mismo sexo (Levítico 18:6-30). Las prohibiciones contra “porneia” (perversión sexual o fornicación), aparecen en el Nuevo Testamento por lo menos 25 veces, a menudo expresadas por Jesús mismo (Marcos 7:21), lo que demarca la razón de que Jesús no hablara directamente del homosexualismo.

En 1ª Corintios 6:9-11 y 1 Timoteo 1:10, Pablo no está debatiendo si la homosexualidad es un comportamiento pecaminoso, del mismo modo que no está debatiendo si la idolatría, la embriaguez, el robo o el adulterio son pecaminosos. Pablo está afirmando, simplemente, que tal comportamiento (que incluye inequívocamente la homosexualidad), es incompatible con la nueva vida en el Señor Jesucristo, y que no es posible en el cristianismo auténtico. Pablo advierte a las iglesias que los que practican este tipo de comportamiento no entrarán en el Reino de Dios.

También está claro que algunos en las iglesias habían practicado la homosexualidad en sus vidas anteriores, es decir, antes de entrar en la nueva vida en Cristo. Por lo tanto toda persona puede potencialmente ser redimida de la homosexualidad, así como lo puede ser de cualquier otro vicio espiritual, pero debe haber nacido auténticamente de nuevo.

G)Pablo define primero la maldad moral

Al leer la Carta a los Romanos, encontramos que Pablo comienza, no tratando el pecado inmoral, sino estableciendo las razones del por qué el pecado llegó a ser tan perverso y, a su vez, tan aceptado por la sociedad de su época.

  1. En primer lugar, Pablo nunca dice que el caso de “homosexualidad” signifique que, debido a esto, Dios va a castigar a la humanidad. Según Romanos 1, la “homosexualidad” es solamente el resultado de haber dejado a Dios y adorado a la criatura, enfocándose en sus propios razonamientos.
  2. En segundo lugar, Pablo habla de Roma, un Imperio por demás perverso, lleno de vicios y maldad. Roma no fue “entregado” por Dios en el sentido de “quitarle bendiciones”. Roma no es su pueblo ni su ciudad; era solamente un imperio perverso pagano que no conocía a Dios. La palabra “entregar”, de Romanos 1:24, tiene muchas acepciones, no solamente la de “entregar”, y es el contexto que define el contexto. Por eso, en relación al pasaje de Romanos 1, en el español, el verbo “entregar” es un verbo pronominal, que es “poner en manos de aquel de quien se huye o a quien se combate”; es decir, la persona ha sido “dejada en manos de su decisión propia”. Es en este sentido en que Dios entregó a los pecadores. Ellos decidieron adorar a quien no era Dios, y el Dios verdadero entonces los dejó donde estaban.

El texto no dice que el pecado sexual de homosexualismo “produce la ira de Dios”; el texto dice que la ira de Dios se refleja en el pecado de inmoralidad, cuando la humanidad pierde su rumbo y comienza a hundirse en su propio pecado.

En este pasaje Pablo demuestra las consecuencias acarreadas en relación a las acciones de Dios (1:24, 26, 28), donde abandona a la humanidad a sus propios deseos y pasiones, conduciéndolos a una destrucción total.

1La hecatombe moral

Si bien es cierto que el homosexualismo es, como veremos más adelante en su forma individual, un pecado similar a cualquier otro pecado; en su expresión colectiva social refleja un despertar de la profunda maldad. En la Escritura una cosa es el pecado cometido por un individuo, y otro muy distinto cuando es toda una sociedad la que se confabula en la práctica, imposición y defensa de un pecado sexual.

En el AT, la ira de Dios se manifestó en las comunidades cuya perversión sexual se manifestó de forma colectiva, ultrajando las libertades de quienes hacían el bien. No solo lo vemos en Sodoma y Gomorra, sino en otras naciones que cometían pecados como sociedad, ya fueran pecados sexuales o de homicidio, como el asesinato de niños e inocentes.

2La injusticia en Romanos 1

Siguiendo con el análisis de Romanos 1, podemos hacer un esquema que nos ayude a entender el mensaje de Romanos 1:18-32, donde se habla de la vida de uno que “se echa con varones”, y las acciones previas que la causan.

3El rechazo de la Justicia

En Romanos 1, la ira de Dios está manifestada por el rechazado intencional de la justicia y la piedad.

En los versos 18-20 se habla el por qué la ira de Dios viene sobre los hombres impíos e injustos. Pero se da por sentado que se ha comprendido qué es la Ira de Dios en este contexto. No obstante, para el lector no adiestrado en el estudio de la Escritura, es posible que se pase desapercibido. Los versos anteriores, es decir, los versos del 1 al 17 nos dan la luz sobre la ira de Dios; pero no lo menciona específicamente, sino que la deja como el resultado de un evento histórico que cambio la Humanidad: el Hijo de Dios. El Señor es el Centro de todo, y al comprender lo que dijo sobre Jesús, entonces comprenderemos lo que significa “la ira de Dios”.

La ira de Dios en este pasaje no es en respuesta al pecado, sino que el pecado mismo es una consecuencia de la ira de Dios. Es decir, el castigo de Dios hacia la humanidad se presenta en el hecho que Él le deja seguir su propio camino y recibir sus propias consecuencias. Los deseos desenfrenados de la humanidad son “contrarios a la naturaleza”. Por lo tanto el castigo de Dios es esencialmente dejar que los deseos “antinaturales” de la humanidad siguen su propio curso. Dios ha dejado en su condena judicial a los pecadores sin intervenir en el desastre que esto conlleva.

Tanto las mujeres como los hombres intercambian relaciones naturales para practicar aquellas contrarias a la naturaleza. Para Pablo esto es amplia evidencia de que “la ira de Dios es revelada” (1:18). Ver una sociedad sumergida en la homosexualidad como un conjunto, es ver en forma directa el juicio de Dios. Si en esta vida una persona puede llegar a ser tan infeliz y desdichada, que rechaza quien es, y puede llegar a violentar cualquier principio, incluyendo la inocencia de otro, su maldad cuando, sean juzgados y declarados perdidos para siempre, será de terrible experiencia eterna.

Afortunadamente, el “Evangelio de Cristo es el poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:16). La ira de Dios puede ser evitada por el poder de la cruz que tiene la capacidad de reemplazar nuestra “mente reprobada” (Romanos 1: 28) con la “mente de Cristo” (Filipenses 2:5), cuyos deseos se conformar a la voluntad y al propósito de Dios. Es la transacción legal del juicio del Juez a nuestro favor, renovando y transformando nuestra mente para que sea como la de Cristo.

4La naturaleza humana

No obstante, hay quienes buscan excusas en todo. Un argumento común, en favor de la conducta homosexual, es que es de hecho “natural” para algunos, es decir, algunas personas nacieron con esa predisposición. Esta lógica produce una moralidad basada en la predisposición o en lo que es “natural”. Si estoy “naturalmente” atraído por una persona del mismo sexo, por lo tanto esto tiene que ser bueno. Este pensamiento es solamente la expresión egoísta del corazón. Siempre que un movimiento homosexual busca su libertad o sus derechos, termina buscando como derecho todo aquello que le satisface egoístamente. Es común ver personas que han llegado a exhibirse completamente delante de adultos y niños, buscando el abuso infantil y buscando el homicidio de embriones humanos. Su maldad crece a tal grado que es imposible llegar a detenerla, a no ser que la intervención divina llegue a poner límites a todo esto.

La doctrina cristiana no está en desacuerdo con la afirmación de que el ser humano nace predispuesto hacia las actitudes y comportamientos que son intrínsecamente malos. De hecho, es natural que haya egoísmo, violencia, adicciones, adulterio, pedofilia, bestialismo, etc. La Biblia da por sentado que es una inclinación que todo ser humano tiene hacia lo malo, porque es la naturaleza de cada persona como un ser corrupto y que debe ser regenerado por Dios, porque nace en condena. Por lo tanto, todos los hombres nacen de forma natural en una multitud de expresiones perversas incontrolables. Los cristianos confiamos en Dios que ha producido en nosotros un nuevo y “natural” ser, que es el producto del nuevo nacimiento en Cristo: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2ª Corintios 5:17).

En Romanos y en todas las demás Cartas, Pablo solamente está diciendo que los seres humanos son perversos por naturaleza; han nacido sin Dios y condenados. Su experiencia siempre ha sido de maldad. Es natural que algunos niños pequeños traigan predisposición a la homsexualidad, o al robo, o al homicidio, o a la mentira o a la falsedad… es el producto natural de una naturaleza perdida y sin Dios.

Todo el mensaje de los versos 1-17 es sobre “el Evangelio” de Jesucristo.

5La Percepción Cristiana

Nuestro deber no es atacar; nuestro deber es resistir (Stg. 4:7; 1ª P. 5:9), es confiar (Juan 16:33), es hablar del que ya venció (Marcos 16:15), del que trae libertad (Juan 8:36), del que viene pronto (Apocalipsis 22:12-13). No hacemos nada con enfrascarnos en discusiones sin valor.

Los hijos de Dios no tenemos días oscuros, ni días solitarios. La oscuridad acompaña a quienes están en tinieblas; somos de la luz, y esa luz siempre brillará en medio de todo el caos que le rodea, dejando visible la maldad, y dejando en claro la victoria de la Luz. Pero los que odian la luz, se apartan de ella y le huyen, o la atacan con tal de apagar su luz que revela sus malas obras (Juan 3:19-21).

Pablo no está discutiendo con inconversos en Romanos 1, solamente está explicando a creyentes los resultados finales de la vida pecaminosa del hombre perdido. Aunque todo comienza con la “injusticia” y la “impiedad”, dos elementos contrarios a la justicia y piedad de Dios, terminan en la perversión sexual masiva.

Para Pablo, el homosexualismo no es la causa de los males, sino que es el resultado de la acumulación de maldad, que termina manifestándose en una conducta sexual totalmente desviada.

En Romanos 1:19-23, encontramos el primer eslabón en la decadencia moral de una sociedad. La negación de la existencia de Dios, y la búsqueda de una respuesta natural, sin la intervención de un Creador, termina en una conducta social decadente. Desde el momento que el hombre niega la existencia divina, y se aboca por un comunismo social (al que Pablo especifica como adorar a la criatura y al razonamiento), la caída ha comenzado. La perversión comenzará a manifestarse de muchas maneras. Los pueblos sometidos bajo regímenes, demuestran un sufrimiento sin precedentes ante mentes despiadas e insensibles al dolor y sufrimiento de sus congéneres. Del mismo modo, otros se desvían en sus propios placeres y terminan en un pensamiento insensible y despiadado, que se enfoca solamente en satisfacer sus propios deseos pecaminosos.

En Romanos 1:24-32, encontramos a una sociedad que pasó de ser atea y racionalista, a una que se enfoca solamente en su placer y en su maldad. El homosexualismo surge, no como un acto independiente, sino como el resultado directo de haberse alejado de Dios y haberle despreciado. Si leemos el pasaje y lo comparamos con las sociedades donde ha sido aceptado todo esto, la similitud es casi exacta.

Actualmente vivimos en un mundo donde no se ama, no se respeta, se reciente por todo a causa del egoísmo, se rechaza el respeto a los padres, no hay lealtad, se manifiesta la mentira, y se deja ver la desvergüenza en todo lugar.

H)Jesús y la moral

Jesús nunca habló directamente acerca de la homosexualidad, y algunas personas han argumentado que, dado que Jesús nunca enfrentó directamente el tema de la homosexualidad, es porque Él la toleraba. La editorial CLIE produce libros donde se afirma que cuando Jesús sanó al siervo del soldado romano, realmente sanó al amante homosexual de este soldado. Pero este es un argumento del silencio. Hay por lo menos 3 objeciones lógicas a esta afirmación tan ridícula:

  1. Jesús mismo afirma que Él vino a “cumplir toda la Ley” (Mateo 5:17-18), por lo que es obvio que Él cumplió todo lo mencionado en Levítico y otros pasajes.
  2. Jesús confronta directamente la fornicación (Mateo 15:19), que incluye toda conducta sexual fuera del vínculo del matrimonio entre un hombre y una mujer. Así que, de hecho, Jesús habla directamente contra la práctica homosexual. Además, en el contexto social, los judíos rechazaban el homosexualismo.
  3. La Biblia es clara que el joven que sanó Jesús era un “siervo” o “criado”, no su amante. Si Jesús defendió el matrimonio, incluso condenando cualquier acto sexual mental contra él, es obvio que no aprobaría un acto homosexual de un romano. Es claro en el pasaje que este soldado había creído en Jesús.
  4. “La Ley de Cristo” era, en muchos aspectos más “dura” que la Ley de Moisés, porque Jesús mandó a la obediencia, no solo a lo comprendido, sino a la intención original de la ley. Mientras que el asesinato se interpreto como el acto mismo de matar a alguien, y solo matando a alguien era “culpable de juicio” (Mateo 5:21), en la Ley de Cristo, se aplica la intención original, porque es condenable el solo hecho de tener ira contra su hermano (Mateo 5:22). Mientras que el adulterio estaba prohibido en la Ley solo cuando se comprobaba el acto, el solo pensamiento lujurioso es condenado por Cristo como adulterio, ya que de hecho es la fuente de la conducta adúltera. En suma, Cristo no vino a dejar a un lado la Ley, sino para cumplir con su propósito original cumpliéndola.

I)Argumentos usados a favor del homosexualismo

En primer lugar, en nuestra discusión de Romanos 1:24-26, vimos que el comportamiento homosexual no es natural y es, al mismo tiempo, porque Dios ha abandonado al hombre a seguir su “degradamiento” “contrario a la naturaleza”. En nuestro mundo caído, puede parecer “natural” las inclinaciones homosexuales o su comportamiento, y esta es, precisamente, la razón por la cual la corriente de la sabiduría convencional, sigue la propia forma para la felicidad, aunque es una forma para la destrucción de sus seguidores. Muchas veces nuestras inclinaciones “naturales” para la felicidad, están inclinadas hacia el hecho de la corrupción. La Escritura enseña que los pecadores sin Cristo no somos libres del pecado, sino que en realidad son “esclavos del pecado” (Romanos 6:17).

Independientemente de sus inclinaciones, nuestra guía a lo que es realmente “natural” y “bueno”, es la Escritura. Vale la pena señalar, que la aversión de Dios para el comportamiento “malo”, fluye desde el conocimiento de que el pecado es una fuerza que destruye las criaturas de Dios, porque está contra Dios y su Santidad. El deseo de Dios es que sus criaturas no sean destruidos por el pecado, sino que sean liberadas de su poder corruptor por la fe en Cristo.

“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10).

Algunos grupos “cristianos” pro homosexualismo, afirman que si Pablo hubiera encontrado relaciones homosexuales monógamas y consensuales, él habría hablado de ello. Pero al no encontrar a Pablo hablando de relaciones consensuales, significa que Pablo solo condena las relaciones tóxicas y dañinas.

Sin embargo, si usted lee Romanos 1:27, allí Pablo afirma inequívocamente que la relación en cuestión es entre dos hombres que consienten estar juntos. La frase habla por sí sola:

“pues aun sus mujeres mudaron el natural uso en el uso que es contra naturaleza; y del mismo modo también los hombres, dejando el uso natural de las mujeres, se encendieron en sus concupiscencias los unos con los otros, cometiendo cosas nefandas hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la recompensa que convino á su extravío”.

Pablo, contrariamente, no habla de la explotación sexual de cualquier tipo, sino que habla de la homosexualidad consensual; los abusos los incluye luego en la descripción final del capítulo.

En segundo lugar, en el primer siglo había una gran cantidad de ejemplos de homosexualismo consensual, ya que la cultura greco-romana practicaba un homosexualismo legal, y era muy común que los hombres y mujeres tuvieran a sus amantes de su misma sexualidad. En 1ª Corintios 11 se habla de los “hieródulos” y “hieródulas”, un tipo de sacerdotismo homosexual, donde los varones y mujeres se prostituían en el templo como un acto religioso, y los fieles los contrataban para sus relaciones sexuales homosexuales.

Robert Gagnon, el erudito bautista, experto en la práctica de la homosexualidad y la Biblia, en su ensayo, “The Bible and Homosexual Practice: Texts and Hermeneutics”, cita del discurso de Aristófanes, en el Banquete de Platón, donde se habla de Calicrátidas en los asuntos pseudo-Luciánico del Corazón, como dos ejemplos dignos que eran conocido en el mundo del siglo primero en la cultura greco-romana, que representan la práctica homosexual consensual, citado en Filón de Alejandría (25bC-50AD), en “Comentarios sobre el Banquete de Platón” que fue muy conocido en el siglo primero.

Gagnon cita otros materiales de fuente primaria (incluyendo Plutarco – AD 45-120), que demuestran que existía la homosexualidad en un contexto de consenso en el contexto contemporáneo del Apóstol Pablo, y que es obvio que Pablo conocía con claridad.

En resumen, Pablo en Romanos 1:27 se refiere claramente a la práctica homosexual entre 2 personas que consienten en vivir y practicar su homosexualismo juntos.

Ahora bien, como era de esperar, hubo ejemplos de las relaciones homosexuales no exigidas, sino consensuales, en el tiempo y la cultura de Pablo. Por lo tanto, Pablo era consciente de la práctica homosexual consensual – y él claramente lo prohíbe – en todas sus formas.

Un argumento muy difundido entre el “neo-cristianismo”, es que los cristianos tienen prohibido “juzgar a los demás”. Entre los varios textos usados con este argumento tenemos:

“El que esté sin pecado entre vosotros, sea el primero en arrojar la piedra contra ella” (Juan 8: 7).

“No juzgues, que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis seréis juzgados, y con la medida con que medís se os medirá a vosotros” (Mateo 7:1-2).

Cada vez hay más cristianos que creen que decir que una conducta homosexual es pecaminosa, es una acción puramente farisaica, y se citan a menudo los textos anteriores para apoyar esta idea modernista tolerable.

Ese argumento violenta todo el contexto de Juan 8. En Juan 8:7, los fariseos (líderes religiosos) traen una mujer sorprendida en flagrante adulterio. Cuando Jesús dice que “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella”, no es porque creemos que Jesús estaba promoviendo un tipo de amoralismo, como si dijera: “Para cada uno lo suyo”. Tampoco significa que Jesús fuera indiferente hacia el pecado cometido de la mujer. Y mucho menos es que Jesús esté permitiendo tal comportamiento bajo la excusa de que “nadie es perfecto”. El último verso de esta narración, los defensores del “no criticismo” es claramente omitido: “y de ahora en adelante no peques más” (Juan 8:11b).

Jesús se refirió a 2 problemas en esta narrativa: el error del adulterio y la hipocresía. Jesús claramente no estaba defendiendo un enfoque de “laissez faire”, al cristianismo. Jesús no tolera bien la hipocresía de los fariseos o el adulterio de la mujer. Jesús enfrentó a ambas cuestiones de forma contundente y correctamente.

Es verdad que Jesús advierte acerca de la tentación humana natural de estar excesivamente preocupado por los pecados de los demás, sin tener la misma preocupación por los propios vicios pecaminosos. De hecho se nos advierte contra el juicio hipócrita contra otras, ignorando los pecados propios. Es por esta razón por la que Jesús dijo en el verso 4-5:

“O ¿cómo dirás á tu hermano: Espera, echaré de tu ojo la mota, y he aquí la viga en tu ojo? ¡Hipócrita! echa primero la viga de tu ojo, y entonces mirarás en echar la mota del ojo de tu hermano”.

Los textos anteriores no presentan a Jesús siendo indiferente al comportamiento pecaminoso. Tampoco es un mandamiento a los cristianos a mantener silencio frente del pecado. Jesús confronta claramente el pecado y al pecador, y advierte contra la hipocresía en ver a otros sin considerarse a sí mismo.

Otro argumento usado es que Jesús aceptó a todos los marginados de su época, tanto enfermos (leprosos), sexualmente diferentes (prostitutas) y socialmente inaceptados (publicanos).

Pero es, como en todos los casos, irrespetar todo el contexto y contenido de la Biblia, para que se adapte a los razonamientos humanos. El ministerio de Jesús nos da la definición correcta de “aceptación”, y la manera en que Él recibía a tales personas.

En primer lugar, Jesús pasó bastante tiempo con los “marginados sociales”. Esto es evidente para cualquiera que lea los Evangelios, y fue fuertemente criticado por ello:

“Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores” (Lucas 7:34).

La pregunta para la iglesia es: “¿Cuál fue el propósito de tal asociación con pecadores?” Cuando Jesús tocó al leproso, Él no se volvió leproso, ni acepto la lepra, ¡la curó completamente! Cuando Jesús visitó al adúltero, a la prostituta, al codicioso y al publicano, no se transformó en un defensor de las actividades pecaminosas, las reprendió e hizo el llamado a “no pecar más”.

En cada caso, Jesús se enfrentó al problema de la esclavitud del alma y los invitó a la libertad por la fe en Él. Los resultados fueron variados. En algunos casos, los “pecadores” reconocieron su cautiverio y fueron puestos en libertad, como la mujer samaritana en Juan 4; o Zaqueo en Lucas 19. En otros casos, sin embargo, el pecador no quiso dejar llevar sus cadenas, como el joven rico, en Marcos 10:17-31.

A todo esto, la conclusión es clara: la asociación de Jesús con los “pecadores” fue motivada por el deseo de ver la redención en ellos y que fueran salvos, adquiriendo el poder de dejar de lado sus prácticas pecaminosas; en ningún caso fue una asociación que afirmó el vicio o lo considero “normal”.

J)¿Puedo ser ‘gay’ y cristiano?

Hay mucha gente que sinceramente creen que su identidad humana está íntimamente ligada a su sexualidad. Pero la Escritura desafía esa idea. Como cristianos tenemos una identidad diferente a la del mundo, porque hemos nacido de nuevo.

Nuestra identidad primaria, como cristianos, es en nuestra unión con Cristo (Efesios 2:6). se afirma sin ambages que “Cristo es vuestra vida” (Colosenses 3:4). Según la Biblia, como seguidores de Cristo, todos estamos obligados a clavar nuestro “yo” en la cruz (Marcos 8:34). Bíblicamente, nuestras atracciones sexuales no forman la base de nuestra identidad humana, sino que Cristo es la base de nuestra identidad, y todos deben estar sujetos a Él en sus principios y enseñanzas. Nuestra identidad es producto de lo que Dios dice acerca de nosotros en su Palabra.

Esto no es negar o esconder nuestras atracciones, como sí hacen aquellos que claramente no son una parte del Reino de Dios. Todos los cristianos tienen atracciones y deseos que no se ajusten a nuestra nueva naturaleza en Cristo, y con las cuales luchamos cada día. Algunos de estos deseos son de homosexualismo, pero son contrarrestados por el poder de Dios y la gracia de Jesucristo, ya que esos deseos son producto de la carne, una realidad que solo los salvos pueden entender. La Escritura llama a estos deseos, “deseos engañosos”, porque forman parte de nuestra vieja naturaleza (Efesios 4:22). Estos son los pecados que nos “asedian”, de los cuáles se nos hace el llamado a que nos “despojémonos” (Hebreos 12:1)

Si usted es un cristiano y tienen atracción hacia personas del mismo sexo, lo primero que debe hacer es reconocer que estos deseos no son del Padre, y que contradicen la Palabra de Dios. Lo segundo, es no caer en la tentación de crear un dios que tolerar sus sentimientos, pensamientos, lugares de interés y acciones pecaminosas. Muchos lo han hecho, por desgracia y imprudentemente, y han sufrido enormemente en sus vida las consecuencias de sus decisiones. Lo tercero que debe hacer es ponerse de acuerdo con Dios y Su Palabra, confiados que Dios nos ha dado su Palabra para redimirnos de la esclavitud del pecado. La tentación es parte de la vida del discípulo (Mateo 06:13), pero se puede resistir a través de la fidelidad de Dios a sus hijos (1ª Corintios 10:13).

Tolerar nuestras tentaciones es una historia diferente, porque según 1ª Corintios 6:9-11, las personas pueden ser engañadas en pensar que la práctica de la conducta homosexual es compatible con la vida cristiana. Sin embargo no lo es en ninguna de sus formas, y las personas que practican la conducta homosexual (al igual que los que practican la promiscuidad heterosexual), no heredarán el Reino de Dios. La Escritura simplemente no concibe posible un escenario para el comportamiento o identidad homosexual dentro de la vida cristiana, como no acepta el adulterio, la fornicación o la prostitución. No olvidemos que estos tres pecados sexuales son considerados iguales en la Biblia.

K)Conclusión

El total de las Escrituras es inequívoca en su presentación de la conducta homosexual como una parte de la depravación humana. No puede haber una interpretación bíblica, honesta y sincera, que afirme este comportamiento en cualquier forma. No hay una sola sílaba de la Escritura que acepte o respalde la conducta homosexual. La práctica homosexual, como cualquier otra conducta sexual desviada, no es tolerada. Aunque la Escritura enseña que todos nacemos en pecado, la Escritura igualmente enseña que el poder del Evangelio es más poderoso que el poder del pecado y su multitud de manifestaciones.

La iglesia haría bien en tener una asociación más estrecha con los “pecadores”, señalando el pecado y el perdón en la cruz. Con demasiada frecuencia, las iglesias no se han convertido en sal y luz a sus respectivas comunidades, pero se han convertido en clubes sociales de ideas afines a “gente religiosa”, que prefiere ignorar que el pecado crece a su alrededor. Si los cristianos no están socializando con los leprosos y recaudadores de impuestos del siglo 21, entonces hemos perdido nuestro llamado. El cuerpo de Cristo debe buscar a los pecados, incluyendo a los homosexuales, en amor, escuchando atentamente sus dolores, luchas y mismas atracciones sexuales, y conducirlos a la libertad que viene por la fe y el arrepentimiento en Jesús a través del poder del Espíritu Santo. Esto, bajo un lineamiento de pureza y santidad, como hizo Jesús.

Jesús es la Luz del Mundo, nosotros brillamos en Él, y es en Él que tenemos la victoria y la calma. El homosexualismo no es un triunfo más de la maldad, sino más bien es una condena más por la maldad.

Nuestros países no son salvos, son cristianizados; ¡grande diferencia! Los que somos salvos, no pensamos en nuestros países como el epígrafe de nuestra fe; porque es Dios y Su Palabra nuestro estandarte, nuestra victoria y nuestra fortaleza.

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