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Invitados a las Bodas

¿Quiénes son los invitados a las bodas del Cordero?

Los invitados a las bodas son mencionados en Apocalipsis 19:9:

“Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero…”

Desde el punto de vista de interpretación literal, es necesario tener una distinción entre la Cena de las Bodas del Cordero, y la Fiesta de las Bodas del Cordero. En Mateo 25:10 y Lucas 12:37, se menciona que hay una escena en la tierra después de su regreso, que es una fiesta, pero Apocalipsis, ubicado entre el período de la Tribulación, nos habla de una boda.

La Escritura prevé dos cenas, una en el cielo, durante la Tribulación, después del Rapto de los Santos, y la que sigue a la segunda venida, en la tierra, cuando entra el Milenio. El texto griego no hace distinción entre la cena de las bodas y la fiesta de las bodas, sino que usa la misma palabra para ambas actividades. Ahora, bien, ya que la Cena de las Bodas se usa, de manera insistente en la Escritura, en relación con Israel en la tierra, entonces podemos entender que la interpretación más cercana a la Escritura, donde se considera las Bodas del Cordero como aquel evento en el cielo (después del Rapto de los Santos), en que la Iglesia Final, la Gran Congregación de los Santos, ya reunida y unida en un solo lugar, se une eternamente con Cristo, en tanto que la Fiesta de las Bodas o Cena de Bodas, como el milenio, al cual los judíos y los Gentiles salvados, que no son parte de la iglesia, serán serán invitados. La Fiesta de las Bodas del Cordero se realiza en la tierra, durante un tiempo de mil años, en el cual el Esposo es honrado por la presentación de la esposa a sus amigos que están reunidos allí.

En este sentido es que “reinamos con Cristo”, no en el sentido de que nos den tierras o bienes físicos. La Gran Iglesia Final estará en la Nueva Jerusalén, y no en la tierra.

La Iglesia Final, que es el programa de Dios para este presente siglo, ya habrá sido trasladada, resucitada, presentada al Hijo por el Padre, y constituida en instrumento por el cual la eterna gloria de Dios es manifestada para siempre. Así la edad presente será testigo del comienzo, del desarrollo, y de la consumación del propósito de Dios de “tomar de ellos… pueblo para su nombre” (Hechos 15:14).

La idea de los invitados, al compararse con Mateo 25 y Apocalipsis 19:9, es que la iglesia nunca se mezclará con Israel o los demás santos, sino que permanecerá eternamente separada de ellos. Jesús está edificando esa iglesia, y en la tierra solo existen iglesias locales, porque la Gran Congregación de los Santos, mencionada en Hebreos 12, aún no ha sido formada, solo están “enlistados” en los cielos.

El concepto de la iglesia local sigue intacto, cuando todos los santos sean arrebatados y unidos en la Gran Iglesia Final. Por eso, el concepto de iglesia universal sigue siendo extraño al lenguaje bíblico de la iglesia de Cristo.

Por deducción, los salvos que no sean parte de una iglesia en la tierra, quedan excluidos de la iglesia en el cielo. Son salvos, eternamente, pero serán invitados a las bodas, porque no serán parte de la iglesia. Todas las promesas ofrecidas a los santos para el cielo se dan en el marco de una iglesia local, una membresía y un servicio al Señor. Nunca hay promesa para los cristianos alejados de la congregación más que su salvación, y se menciona “salvos como por fuego”. Cuando se habla de creyentes en Cristo que se alejan de la iglesia local, o pierden su membresía, se habla en términos diferentes a los miembros de una iglesia con relación a las recompensas y los resultados.

  1. En Hebreos 10:25, el término “congregación”, es el término griego “episunagogé”, y no “ekkelsía”. La razón, es que se refiere al orden cristiano de reunirse, y exhorta a no abandonar “la asamblea de reunión”. En este pasaje la idea de ser miembro de una congregación es valorada muchísimo. El texto no habla de “congregarse cada domingo”, sino de dejar de ser parte de una congregación ya establecida. La razón es básica: aquel día se acerca. Parece una referencia a la posibilidad de perder algo en ese día que viene. Observe que en los versos siguientes se habla de una “expectación de juicio y de hervor”, no por perdición del alma, sino por castigo al rechazar el efecto del sacrificio de Cristo. Y el pasaje habla del peligro de perder la recompensa en el cielo que se nos ha ofrecido.
  2. Todo el mensaje bíblico de conversión se resume en “arrepentirse, creer en el Evangelio y bautizarse”. El bautismo es muy importante porque es lo que nos une al cuerpo de Cristo, la iglesia local de la cual seremos parte. Si la membresía en una iglesia local fuera secundaria, el bautismo sería igualmente de poco interés espiritual.
  3. La salvación no tiene relación con ser parte de una iglesia; solamente por la fe somos salvos, y esa salvación es para siempre. Pero las recompensas se supeditan a la obediencia, y es solamente con ella que se obtienen. No debemos pensar que vivir en desobediencia dará un resulta similar al de vivir en obediencia. No habrá recompensas si no hay obediencia (Mateo 5:46; 10:41; 1ª Corintios 3:14). No es coherente con este mensaje la idea de que todos los creyentes en el cielo serán asimilados. La parábola de los labradores (Mateo 20:1-16), no es el tema de las recompensas, sino de “ser contratado”, una equivalencia a la salvación. Todos recibimos ese mismo “salario” al ser salvados por Cristo, pero no es lo mismo que el servicio después de ser salvado, como se refleja en otros textos.
  4. En 1ª Corintios 3 se compara la iglesia local con un edificio. Cada creyente edifica en ese edificio de alguna manera, ya sea con piedras preciosas o con materiales maleables. El resultado final de esa obra no hace que una persona pierda la salvación, pero es evidentemente claro que sí se pierde una condición en relación a las recompensas. Es claro que el creyente “recibirá pérdida” si no edifica bien en el edificio de Dios. 1ª Corintios 5, en el caso del incesto, Pablo relaciona a este miembro de la iglesia con “los de afuera”, y al ser expulsado este miembro que ha pecado, será tratado como los de afuera, en el sentido de que será Dios el único que le podrá juzgar, porque ya no estará dentro de la autoridad de la iglesia local. Estos ejemplos, como muchos otros, nos dan la idea de que no ser parte de una iglesia local en esta era de gracia, dará resultados devastadores en el futuro eterno.
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