¿»Feliz» en la Biblia?
4.¿Por qué no se usa mucho la palabra “feliz” en la Biblia?
“Y tuve por más feliz que unos y otros al que no ha sido aún, que no ha visto las malas obras que debajo del sol se hacen”. Eclesiastés 4:3, RV60.
La palabra “feliz” es de origen latín, felix, de donde viene felicis, que significa: “fecundo o fértil”, apelando a la alegría humana de poder engendrar y concebir. El nombre “Félix” tiene un terminación femenina que significa “amamantar”, o dar pecho. Así, la palabra tiene un sentido de alegría por la capacidad de dar vida, más que esa alegría producida por eventos fortuitos y temporales en la vida.
La palabra “feliz”, aparece únicamente en Eclesiastés 4:3 en la RV1960, y traduce el término hebreo “tob”, que significa “tener por mejor”, es decir, ser bueno. Y se aplica a un niño muerto antes de nacer, como un bien divino al impedir que sea contaminado con este mundo, y ha sido elevado al cielo sin las experiencias del pecado.
El término empleado por la Escritura es siempre “gozo” o “alegría”, una expresión de completa satisfacción interna que se expresa externamente en forma de risa o canto. Pero existe uno en particular profundo: “bienaventurado” (bien-aventurado), que significa que la persona tiene gozo permanente por ser “bien aventurado”, prosperado o establecido.
Para la Escritura la felicidad humana no tiene que ver con lo temporal, sino con las acciones divinas en la vida de las personas, dándoles gozo permanente y completo. Por eso, aunque hay tribulación y pérdida, el creyente es “gozoso” porque tiene todo lo bueno de Cristo, la promesa y la realidad de todo ello (Ef. 1:3). Una persona es feliz porque es bendito, y no puede perder jamás ese “bien dicho” por la boca de Dios.
Los no creyentes no son gozosos, ni bienaventurados, porque han sido “maldecidos”, es decir, “se ha dicho un mal que ellos han escogido”. La maldición de Dios no es que Él promulga un mal a Sus criaturas con enojo y mala intención, sino que Él ha hablado de las consecuencias de la desobediencia, que son palabras “malas” o negativas, y la criatura escoge seguir el mal, recibiendo en sí mismos la consecuencia de su decisión personal, y en ese sentido son “malditos”, es decir, están bajo el “mal dicho del juicio”. En ese caso, aunque están muy “felices” por eventos fortuitos que los hacen reír y divertirse en esta vida temporal, son desdichados porque no hay en ellos nada bueno que les espere, sino un horrendo juicio.
El creyente es “feliz” o “bienaventurado” porque ha creído, y por ello “Dios ha hablado bien de él” (le ha bendecido [bien decir]). En el bien o el mal temporal, el creyente sigue siendo “feliz” o “bendecido”, porque ha recibido de Dios la buena palabra que se cumplirá perfectamente cuando Jesucristo aparezca en el cielo.
El problema de traducir las palabras hebreas y griegas como “feliz”, es que cambia el sentido original, debido a que ahora la palabra significa “alegría causada por un bien”, en tanto que en la Biblia, “bendecido, alegre, gozoso o feliz” está enfocado en el bien obtenido por gracia, en el favor de Dios, haciendo esto permanente y eterno, a pesar de las circunstancias que se puedan estar experimentando en la vida diaria personal. Entonces, la alegría temporal en un creyente es solamente la realidad humana que pasa, y que cualquiera podría experimentar, pero el gozo es la experiencia eterna que solamente los hijos verdaderos pueden alcanzar. No hay otra forma de ser feliz eternamente, que teniendo a Jesucristo como Salvador, quien nos hace bienaventurados (Ap. 20:6).