¿Cuál es la diferencia entre la Ley y la Gracia?
5.¿Cuál es la diferencia entre la Ley y la Gracia?
“Porque la ley fue dada por Moisés, pero la gracia y la verdad fue hecha por Jesucristo”. Juan 1:17.
La Biblia es clara: la dispensación de la Ley pasó, y estamos en la gracia: “la ley fue dada por Moisés, pero la gracia y la verdad fue hecha por Jesucristo” (Juan 1:17).
Por supuesto, no significa que no hubo ley antes de Moisés, o que tampoco hubo gracia y verdad antes de Jesucristo. Cuando Dios prohibió a Adán comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, era obviamente un mandamiento (Gn. 2:17), pero fue un mandamiento para una dispensación que ya pasó; ninguna persona ahora tiene que cumplir ese mandamiento, ni se menciona nuevamente en ninguna parte de la Escrituras. Confundir este mandamiento con la Ley de Moisés, es un grave error.
En el AT hay muchas leyes que se anularon para el cristiano, como lo fue la ley de la circuncisión o la ley del sábado. Ningún cristiano está obligado a circuncidarse o a guardar el sábado. Al estudiar con detenimiento, entendemos que muchas leyes cumplieron un propósito y ya no están vigentes.
Por eso es importante que sepamos que la Ley de Moisés tiene un lugar muy específico en la revelación de Dios, y no debemos mezclarla con la ley del Espíritu del Nuevo Testamento. La Ley siempre tiene un lugar y un trabajo distintos y completamente diferentes del de la gracia. En la ley Dios está prohibiendo y exigiendo una obediencia; pero en la gracia Dios está suplicando y otorgando salvación a todo aquel que cree. La ley es un ministerio de condenación; pero la gracia es un ministerio de perdón. La Ley está llena de maldiciones; la gracia está llena de bendiciones, porque nos redime de la maldición de la Ley. La Ley de Moisés es condenatoria; nadie puede ser salvo por ella: “Sabiendo que el hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para que fuésemos justificados por la fe de Cristo, y no por las obras de la ley; por cuanto por las obras de la ley ninguna carne será justificada” (Gál. 2:16). En la Ley no hay posibilidad alguna de justificación; la ley solo condena. La Ley es la demanda a ser perfectos.
Por ejemplo, en los Diez Mandamientos leemos: “No hurtarás”. ¿Sabía que “hurtar” es diferente a “robar”? Robar es con violencia, en tanto que hurtar es sin violencia. ¿Ha recogido algo de la calle que no es suyo y se lo ha dejado? ¡Eso es hurtar! Significa que al recoger aquello se condenó ante la Ley de Moisés. También dice la Ley: “No codiciarás”. ¿Ha deseado tener un carro que no puede pagar? Eso es codiciar; la Ley le ha condenado. También dice que “no desearás la mujer de tu prójimo”. ¿Ha tenido inclinaciones sexuales en su corazón por alguna persona? Jesús dice que eso es adulterio, según la correcta interpretación de la Ley (Mat. 5:28).
Algunas personas, justificando la Ley, dicen: “¿Quiere usted robar o quiere usted mentir?”. Pero la pregunta es incorrecta; no es si queremos hacer algo, sino si lo estamos haciendo. ¿Ha robado un lápiz o ha odiado a alguien?
El que dice que hay que guardar la Ley de Moisés, habla de una “Ley moral” y de una “ley ceremonial”, una división que no existe en la Biblia. Pero cuando dicen “Ley moral”, se refieren prácticamente a los 10 Mandamientos; pero una división de la Ley es incorrecta, porque es todo un cuerpo de normas sociales, morales y rituales. Además, ¿dónde no es moral un ritual? El sábado, por ejemplo, es un ritual que está dentro de la moral de la Ley. Si se guarda el sábado, es necesario guardar las 365 leyes de la Ley.
Ahora bien, la ley pone una distancia grande y de culpa entre el hombre y Dios; la gracia acerca al hombre culpable a Dios por la fe en Cristo. La ley dice: “Ojo por ojo y diente por diente”; la gracia dice: “No te resistas al mal; pero al que te golpee en la mejilla derecha, vuélvele también la otra”. La ley dice: “Odia a tus enemigos”; la gracia dice: “Ama a tus enemigos, bendice a los que te maltratan”. La ley dice: “Haz esto y vivirás”; la gracia dice: “Cree en Cristo y vivirás”.
La ley nunca tuvo un misionero; la gracia debe ser predicada a toda criatura por cada creyente. La ley condena al mejor ser humano, la gracia justifica gratuitamente al peor ser humano (Lucas 23:43; Rom. 5: 8; 1 Tim. 1:15; 1 Cor. 6: 9-11). La ley es un sistema de castigo; la gracia, es un sistema de favor inmerecido. La ley apedrea a la adúltera, la gracia dice: “Ni yo te condeno; vete, y no peques más”. Bajo la ley, la oveja muere por el pastor; bajo la gracia, el pastor muere por las ovejas.
Debemos tener claro que cada vez que aparece la palabra “la ley” en el Nuevo Testamento, significa la ley dada por Moisés, a no ser que sea muy específico que se refiere a otra ley, como en Rom. 7:23. La palabra “ley” se refiere a toda la ley (los Diez Mandamientos y las ceremonial), como un cuerpo completo; por eso, en muchas ocasiones se usa indiferentemente acerca de los mandamientos específicos, como en Romanos 6:14; Gálatas 2:16; 3: 2; como a los mandamientos rituales que le acompañaban, como en Romanos 3:19; 7: 7-12; Colosenses 2:14-17. Nunca dice “ley moral” o “ley ceremonial”, solo dice “ley”, porque es un cuerpo indivisible del carácter de Dios.
La ley es llamada “ministerio de la muerte, escrito y grabado en piedra” (2ª Cor. 3:7), pero es una hermosa referencia de la justicia de Dios cuando se entiende en relación a que la Ley nos demuestra lo que somos y lo perdidos que estamos; por eso es un misterio de muerte, porque la Ley no puede salvar, solamente puede señalar el carácter de Dios que ninguna criatura puede alcanzar. No obstante esto, el creyente alcanza en la Ley la comprensión de su incapacidad, y la necesidad de la gracia salvadora de Dios: “Pero su deleite está en la ley de Jehová, y en su ley medita día y noche” (Sal. 1:2). “¡Cuánto amo yo tu ley! Es mi meditación todo el día” (Sal. 119: 97).
Pero existen algunos errores dentro del cristianismo nominal. Es necesario entender estos errores, y acudir a la Escritura para entender la verdad.
- El primer error es el “Antinomianismo”, que es la negación de todo dominio o norma de vida sobre la vida de los creyentes; la afirmación de que los hombres no están obligados a vivir una vida santa porque son salvos por la gracia gratuita de Dios, es una forma de negar la “perfecta ley” dada en el NT: “Profesan conocer a Dios, pero en las obras lo niegan, siendo abominables y desobedientes, y reprobados a toda buena obra” (Tito 1:16). “Porque algunos hombres se infiltraron sin saberlo, que desde la antigüedad fueron ordenados para esta condenación; hombres impíos, convirtiendo la gracia de nuestro Dios en libertinaje, y negando al único Señor Dios, y a nuestro Señor Jesucristo” (Judas 4). El creyente está libre de la Ley de Moisés, pero está regido por la Ley del Espíritu. El cristiano debe seguir las normas de vida que se dan en el NT. Jesús nos dio principios y leyes que debemos seguir, porque son las leyes dadas a la iglesia.
- Otro error es el “ceremonial” entre los creyentes, que es la exigencia de que los creyentes observen las ordenanzas levíticas, como el sábado, los alimentos y demás, como formas que añaden a la salvación. La forma moderna de este error es la enseñanza de que las ordenanzas cristianas son esenciales para la salvación, y con ello rechazan que la salvación es solamente por la fe en Cristo. “Y algunos hombres que descendieron de Judea enseñaron a los hermanos, y dijeron: Si no se circuncidan a la manera de Moisés, no pueden ser salvos” (Hechos 15:1). Aunque ningún cristiano realmente salvo debe observar los principios de la Ley de Moisés, ni debe aplicarlos en un proceso de judaismo cristiano, estos hombres tenían el propósito de introducir la enseñanza de que la salvación necesitaba el cumplimiento de la Ley. La Ley fue cumplida por Cristo, y ahora nos regimos por la Ley del Espíritu: “Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible á la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios enviando á su Hijo en semejanza de carne de pecado, y á causa del pecado, condenó al pecado en la carne; Para que la justicia de la ley fuese cumplida en nosotros, que no andamos conforme á la carne, mas conforme al espíritu” (Romanos 8:2-4).
- Otro tercer problema es el “Galatianismo”, que es la mezcla de la ley y la gracia; la enseñanza de que la justificación es en parte por gracia, en parte por la ley, o que la gracia se da para permitir que un pecador pueda guardar la ley de Moisés. Se llama “galatianismo” porque se combate en la carta a los Gálatas. Contra este error Pablo escribe extensamente en la carta a los Gálatas. Con una lógica irrefutable, las enfáticas declaraciones de la Epístola a los Gálatas son la respuesta concluyente de Dios:
“Esto solo quiero saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por las obras de la ley, o por el oír de la fe? ¿Tan necios sois? ¿habiendo comenzado por el Espíritu, ahora os perfeccionáis por la carne?” (Gálatas 3:2-3). “Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis traspasado del que os llamó á la gracia de Cristo, á otro evangelio; No que hay otro, sino que hay algunos que os inquietan, y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas aun si nosotros ó un ángel del cielo os anunciare otro evangelio del que os hemos anunciado, sea anatema” (Gálatas 1:6-8).