¿Evangelio Reformado?
9.¿Es correcto el Evangelio Reformado?
Últimamente encontramos una fuerte negativa a la frase: “Dios ama al pecador, pero odia el pecado”, o bien, encontramos la afirmación: “Dios odia al pecado y al pecador”. ¿Es verdad que Dios no ama a los pecadores?
Como creyentes comprados con la sangre de Cristo, ¿podemos dar gracias a Dios por la Reforma Protestante? Y, ¿realmente trajo la Reforma grandes verdades que fueron recuperadas? Los Reformadores afirman que fue la Reforma la que trajo la doctrina de la suficiencia de la Escrituras, la justificación por fe y el sacerdocio universal de cada creyente, por nombrar solo unas pocas. Muchos siguen celebrando la Reforma, afirmando que la Reforma fue un “movimiento de regreso a la Biblia”.
Sin embargo esa no es la verdadera historia, pues, la Reforma ha perseguido a los Bautistas por siglos, e incluso hoy, los Bautistas Reformados siguen persiguiendo y dividiendo las iglesias Bautistas.
Como Bautistas apegados a las Escrituras, nuestra meta también debe ser estar sujetos y afirmados en la Biblia, pero jamás debemos promover un regreso a la Reforma. No debemos volver al genocidio y falsa doctrina, debemos permanecer en las fuentes prístinas de las Escrituras (Salmo 12:6), y no debemos volver a las corrientes contaminadas río abajo.
El propósito de este breve artículo es destacar ciertos problemas de la Teología Reformada que tienen importantes implicaciones prácticas para la vida y el ministerio del creyente, y que dañan la vida espiritual de las iglesias.
A)¿Tenemos Realmente un Evangelio Para Todos los Hombres?
Pablo enseñó que las buenas nuevas del Evangelio incluyen el hecho de que “Cristo murió por nuestros pecados” (1ª Corintios 15:1-4). ¿Podemos, honestamente, compartir estas buenas nuevas con todos los hombres en todas partes? La mayoría de los hombres reformados creen que Cristo murió como Sustituto y pagó el castigo por el pecado, pero solamente por los elegidos, es decir, solamente por los que finalmente serán salvos, porque fueron “elegidos en el pasado”. Sin embargo, la Biblia usa toda clase de términos universales para dejar en claro que el Salvador murió por los pecados de toda la raza de Adán (Ejemplos: Isaías 53:6; Juan 3:16; 6:51; 1ª Timoteo 2:6; Hebreos 2:9; 1ª Juan 2:2; 2ª Pedro 2:1; etc.).
El Dr. Jay Adams, un reformado, explica que él no tiene un Evangelio para todos los hombres:
“Como cristiano reformado, el escritor cree que los consejeros no deben decir a un consultante inconverso que Cristo murió por él, porque no puede decir eso. Nadie sabe, excepto Cristo mismo, quienes son sus elegidos por quienes Él murió”. (El énfasis mío) (Capacitado para Orientar).
En agudo contraste con el limitado mensaje de los Reformados, tenemos el corazón desbordante de las Escrituras:
Y les dijo: Id por todo el mundo; predicad el evangelio á toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado (Marcos 16:16-17).
¿Cómo podemos ofrecer, con sinceridad, a los hombres lo que no ha sido provisto para ellos? ¿Cómo podemos ofrecerles un don gratuito si el don no ha sido adquirido para ellos? ¿Cómo podemos apremiarles a beber de la fuente de vida si no hay una provisión de agua para ellos? ¿Cómo podemos decirles que sean salvos si Cristo no proveyó para su salvación? ¿Cómo podemos decirle a una persona, “Toma este remedio y serás sano” si no hay medicina para tomar y no se ha provisto curación?
Los reformados, si verdaderamente son honestos, tienen un Evangelio muy incierto: “Quizás Cristo murió por ti”; “Tal vez Dios te amó tanto”; “Quien sabe si Cristo derramó Su sangre por ti”; “La salvación ha sido provista para ti, probablemente”; “Posiblemente Dios muestra Su amor para contigo”; “Esperamos que ÉL sea la propiciación por tus pecados”; “Es posible que Cristo muriera como tu Sustituto”; “Puede ser que te traiga buenas nuevas”.
Todo esto sería como decir: “Sé que tienes un problema, pero no estoy seguro si hay un remedio para tu problema. Sé que tienes una terrible enfermedad, pero no estoy seguro que haya un remedio para ti. Puede ser que tu caso no tenga esperanza. Sencillamente no sabemos si hay un Salvador para usted”.
¡Cuán agradecidos debemos estar de que realmente hay un “Salvador para todos los hombres”! (1ª Timoteo 4:10). El mensaje Reformado es un mensaje engañoso, falso y destructor; obviamente no procede del mensaje del Evangelio.
B)¿Tenemos que ser Salvos Antes de Poder Creer?
Todos reconocemos que la salvación es una obra sobrenatural de Dios, y que nadie puede ser salvo sin la intervención divina (Mateo 16:17; Hechos 16:14), y que necesitamos la convicción interior del Espíritu (Juan 16:7-11). Dios, el Espíritu Santo, persuade y convence al mundo del pecado de incredulidad (Juan 16:9) por medio de sus propias palabras y argumentos, es decir, por medio de las Escrituras.
A los que están en tinieblas se les ordena creer, y son responsables de recibir al Señor Jesucristo, la Luz del mundo, como su Salvador. En el momento de la regeneración un hijo de ira llega a ser un hijo de Dios y posee la vida misma y la luz de Dios. En el instante mismo en que cree en el Señor Jesucristo, él es regenerado y salvado eternamente (Juan 1:12; Gálatas 3:26; Hechos 16:30-31).
Tristemente, los reformados dicen que la regeneración precede a la fe, y que una persona no puede tener fe si no es regenerado antes. Sproul, Michelen, Washer, Macarthur, y otros afirman esto. Algunos le llaman “salvación por señorío”. Pero la Biblia enseña que un hombre tiene que creer en Jesucristo para poder tener la vida eterna (Juan 20:31; Juan 6:47). Los Reformados contradicen las Escrituras al enseñar que un hombre tiene que vivir para creer.
El mismo Charles Spurgeon, un Bautista Reformado, se dio cuenta de la incongruencia de decir que un pecador tiene que ser regenerado antes de que pueda creer:
“Si he de predicar fe en Cristo a un hombre regenerado, entonces el hombre, siendo regenerado, ya es salvo y es una cosa ridícula e innecesaria que yo le predique a Cristo y le inste a creer para ser salvo, si él ya es salvo, puesto que ha sido regenerado. ¿Tengo que predicarles la fe solamente a los que ya la tienen? Eso es realmente absurdo. ¿No es esto como esperar que el hombre sea sano para luego traerle la medicina? Esto es predicar a Cristo a los justos y no a los pecadores” [Spurgeon, sermón titulado “Garantía de la Fe”].
Spurgeon, sin embargo, nunca pudo sincerarse y desprenderse de los reformados, y siguió predicando contra el libre albedrío, y mezclaba enseñanzas contradictorias en sus mensajes.
Muchos reformados llevan aún más lejos esta enseñanza aberrante y antibíblica. Ellos dicen que un bebé puede ser regenerado a una temprana edad, aunque no llegue a tener fe en Cristo hasta años más tarde.
Alguien preguntó a R,C. Sproul acerca de esta enseñanza, pero su asistente, V. A. Voorhis fue quien contestó en su lugar:
“La regeneración siempre precede a la fe… el infante puede llegar a tener fe muchos años después que Dios ha obrado por medio de Su Santo Espíritu en él para regenerarlo.” [De una carta de V. A. Voorhis con fecha 1/6/2000, a George Zeller].
Esta extraña enseñanza, que no es bíblica, sugiere que un infante puede haber nacido de nuevo y, sin embargo, no llegar a ser un creyente hasta después de varios años.
C)Nuestro Entendimiento de la Soberanía de Dios, ¿es un Obstáculo o un Aliciente para el Evangelismo Personal?
La Escrituras enseñan la doctrina de la elección (Efesios 1:4; 2ª Tesalonicenses 2:13), y sería igualmente tonto tratar de negar una verdad dada. Pero algunos buenos hombres de Dios tienen una mala interpretación sobre la doctrina, porque no estudian las Escrituras, sino los postulados de los Reformadores.
George Whitefield, reformado, y John Wesley, arminiano, tenían diferentes puntos de vista en cuanto a la elección, sin embargo, se estimaban mutuamente, y ambos hombres sabían emplearse y ser empleados en la salvación de los perdidos.
La visión que uno tenga de la soberanía de Dios es muy defectuosa si desanima o apaga el celo evangelístico y la idea de llevar el Evangelio a los perdidos.
Para ilustrar la presunción y el feo exclusivismo de algunos calvinistas extremos, considera el siguiente verso de un antiguo himno particular bautista en inglés (de los bautistas reformados):
“Nosotros somos los pocos elegidos de Dios, dejen que los demás se condenen; hay suficiente lugar en el infierno para ustedes, no queremos un cielo atestado”.
Obviamente, este es un ejemplo extremo, pero cualquier intento de usar la doctrina de la elección como excusa para ser negligente en alcanzar a los hombres perdidos, es aborrecible para Dios, quien quiere que
“todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1ª Timoteo 2:4).
Un sano entendimiento de la soberanía de Dios solo puede animar a un fiel ganador de almas a ganar más almas. El entendimiento sano de la soberanía de Dios comprende que solamente Dios es Quien salva, de modo que tiene que depender totalmente de Él para todos sus esfuerzos evangelísticos. Sus propios argumentos intelectuales o sus ingeniosos métodos nunca llevarán a un hombre a la fe verdadera en Cristo, porque solo Dios puede abrir los ojos de los ciegos y puede hacer la obra de convicción que convencerá a los hombres perdidos de su desesperada necesidad del Salvador. Esto debería dar como resultado un evangelismo que está bañado en oración, en total dependencia del Señor de la mies, y en la predicación honesta y directa de las Escrituras.
D)¿La Clave Para la Vida Cristiana se Encuentra en el Monte Sinaí o en el Monte Calvario?
Los reformados ponen a los creyentes bajo la Ley, no para la justificación, sino para la santificación. Ellos enseñan que el creyente está bajo la ley como regla de vida. En contraste con la teología reformada, el dispensacionalismo bíblico nos enseña que para encontrar la regla de vida para el creyente no hay que ir al monte Sinaí, sino al Monte Calvario.
El Monte Sinaí es incapaz de justificar a una persona y el Monte Sinaí también es incapaz de santificar a una persona. La regla de vida para un creyente no es la Ley de Moisés. Jesucristo lo es para cada creyente: “Para mí el vivir es Cristo” (Filipenses 1:21), dijo nuestro Apóstol. ¿Cómo vivía Pablo? ¿Cuál era su regla de vida? ¿Vivía por las obras de la Ley? ¿Encontró su regla de vida en el Monte Sinaí? Nótese lo que dice nuestro gran Apóstol:
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).
Pablo vivía por la regla de la “nueva criatura” que fluye del Monte Calvario (Gálatas 6:14-16). Cada creyente debe vivir sujeto al Libro de Dios, no a las enseñanzas teológicas de filósofos convencidos pero no convertidos.
Al gloriarnos en la cruz, nos damos cuenta de nuestra maravillosa identificación con Cristo en Su muerte y resurrección y afirmamos estos hechos por fe (Romanos 6; Colosenses 3:1-4; Gálatas 2:20).
El Monte Sinaí nunca ha producido una nueva criatura, un nuevo hombre. Solo puede condenar al viejo hombre. La clave para vivir la vida cristiana se encuentra en el Monte Calvario y se basa en la perfecta obra realizada por nuestro Salvador. Averigüe cuál es la Regla de Vida del Creyente, y se dará cuenta que es el Nuevo Testamento, es la obra de la Cruz.
E)¿Es la Rendición al Señorío de Cristo un Requisito para la Salvación?
Muchos en el campo reformado se adhieren a lo que ha sido llamado “Salvación por Señorío”. El Dr. Renald Showers ha ayudado a clarificar esto:
Por una parte hay una “creencia fácil” que sostiene que un mero asentimiento mental a ciertas verdades salva a una persona. Por otra parte, para corregir este error, algunos han agregado cosas al evangelio y a los requisitos bíblicos para la salvación (salvación por Señorío)… Hay una clara distinción entre un requisito para la salvación y el resultado de la salvación. Estas dos cosas no deben ser confundidas. La disposición y el deseo de que Cristo gobierne la vida de uno, son impulsados por la nueva vida espiritual impartida por el Espíritu Santo cuando ÉL regenera al creyente en la salvación. El inconverso no puede ni quiere someterse al gobierno divino (Romanos 8:7). Tal como el árbol no puede dar manzanas a menos que tenga la naturaleza de un manzano, así una persona no puede tener la voluntad y el deseo de someterse al gobierno de Cristo a menos que posea la nueva naturaleza que se recibe por la regeneración en la salvación (2 Pedro 1:3-4). De modo que incluso la voluntad y el deseo de someterse al gobierno de Cristo es el resultado y no un requisito para la salvación [“The Trouble with Lordship Salvation” –El Problema de la Salvación por Señorío—publicado en Word of Life 1990 Annual, pps.18-19].
El sencillo mandamiento que Dios ha dado a los inconversos es:
“Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo” (Hechos 16:31).
La salvación no se basa en las realizaciones del hombre o en los compromisos del hombre; se basa solamente en la perfecta obra acabada de Cristo. La fe es descansar sobre lo que Cristo ya ha realizado, y no es una obra, como erróneamente afirman los reformados. Y debemos saber que tratar de redefinir la fe salvadora, agregando otros requisitos o dándole otros conceptos que los propios, es pervertir el Evangelio, y es predicar “un Evangelio diferente”.
Rendirse al Señorío de Cristo…Estar dispuesto a obedecer al Señor en todo…Amar a Cristo por sobre todo…Cumplir las demandas del discipulado… estos no son requisitos para la salvación, son resultados de la salvación. La salvación es por la gracia de Dios basada sobre la Persona y la obra de Cristo. Significa confiar en Él y solamente en Él para ser salvo; Jesús es quien salva, no nuestra entrega a su señorío. Hasta Satanás está sujeto al señorío de Cristo; todos, salvos y perdidos, estaremos sujetos a su señorío y “doblaremos la rodilla ante Él”, queramos o no (Is. 45:23; Rom. 14:11).
La salvación no se basa sobre los frágiles compromisos del pecador. Si así fuera, ninguno de nosotros podría calificar para el cielo. Como Bautistas que nos apegamos a las Escrituras, rechazamos la Salvación por Señorío, pero de todo corazón abrazamos la Santificación por Señorío, porque podemos ser santos siendo salvos. Una vez que somos salvos, la sumisión al Señorío de Cristo y la obediencia a todos Sus mandamientos es esencial, por cuanto el Señor es el que produce en nosotros el querer como el hacer, por su buena voluntad (Filipenses 2:12-13), una obra del Espíritu Santo en nuestra vida por medio de las Escrituras.
F)¿Podemos Realmente Entender Literalmente las Profecías de Dios?
Cuando se trata de las claras declaraciones proféticas de Dios, los hombres reformados han abandonado el sentido llano y normal del texto bíblico. Ellos niegan que el Mesías establecerá Su glorioso reino en esta tierra, negando así cientos de pasajes que se encuentran en los escritos de los profetas (tales como Isaías 2:1-5; 11:1-12; Jeremías 23:5-8; etc.). Muchos niegan que Israel tenga algún futuro en el programa de Dios (a pesar de Jeremías 31:35-37). Creen, en cambio, que la iglesia ha reemplazado a Israel, robándole así sus bendiciones. En la mayoría de los círculos reformados, la palabra “rapto” es ridiculizada y menospreciada, despojando así a los creyentes de la bienaventurada esperanza de la inminente venida de nuestro Señor por los Suyos. ¡Cuántos temen porque un falso cristiano se burla de la promesa del advenimiento de Cristo! Debemos entender que la teología amilenialista es una doctrina de otro evangelio que no es el del Señor Jesucristo.
Muchos hombres reformados han adoptado el preterismo, un sistema de interpretación que dice que todas o casi todas las profecías ya se han cumplido en el pasado. Ellos enseñan que la gran tribulación y la venida del Señor ya sucedieron en o alrededor del año 70 D.C. En vista de estas cosas, los hombres reformados están transmitiendo este mensaje:
No hay rapto; no hay segunda venida; no hay un reino; y no hay futuro para Israel. Y cuando Dios dice algo sobre el futuro, no tomen Sus palabras en serio. Él no quiere realmente decir lo que dice.
Nosotros los Bautistas, que nos apegamos a las Escrituras, creemos que Jesucristo viene tal como prometió, literalmente. Y por eso, nos urge predicar el Evangelio a toda criatura. Si los reformados quieren negarlo, déjalos en su negatividad; pero usted que es realmente un seguidor de Cristo, mire a Cristo, y haga lo que Cristo dice. Evite el asociamiento con reformados que destruyen la fe y anulan el evangelismo que nos es ordenado en la Gran Comisión.