¿Otro reposo de Dios?
¿Cuál es el otro reposo de Dios?
En la Carta a los Hebreos se toma la Ley de Moisés y se interpreta, estableciendo un argumento central: “Cristo en la Ley”. Por eso, cuando en Hebreos 4:8 habla de “otro reposo”, el autor habla de dos aspectos que no podemos ignorar:
- El reposo ofrecido a Israel al llegar a Canaán, el cual los desobedientes no lo obtuvieron, sino que murieron en el desierto.
- El hecho de que ya en Canaán, y bajo un reinado próspero, el Espíritu Santo inspira a David en el Salmo 95:7-8 a recordar el caso de Meriba, y la consecuencia de la desobediencia.
El autor de Hebreos, gramaticalmente, nos está diciendo que el reposo de Canaán no era el reposo ofrecido esencialmente por Jehová a su pueblo, sino que era un reposo parcial en la tierra, porque aquel reposo que Él da está fundamentado por la obediencia de su pueblo a su Palabra. Es decir, Israel entró “en el reposo” de la tierra, pero no podía descuidar perderlo por su desobediencia.
Así, el autor de Hebreos toma el argumento del reposo de Dios, y viendo en Cristo el cumplimiento de todos los tipos del AT y de las profecías, apunta al reposo de Cristo, en el cual Dios sí cumple todas las cosas. En el verso 9 indica que «queda un reposo para el pueblo de Dios», que está solamente en Jesucristo (4:9-11). Retomando el argumento de Hebreos, de haber alcanzado el reposo, éste hubiera sido tan perfecto como el mismo reposo de Dios en la Creación (v. 10).
Entonces, lo que el autor está haciendo es una interpretación fundamentado en la gramática y literalidad del Salmo 97, y comparándolo con la literalidad del reposo de Canaán. La afirmación de ese “otro reposo” que queda, en el gran sumo sacerdote que traspasó los cielos (v. 14-16).
Josué 22:4 habla de que Dios les dio reposo a los Israelitas en Canaán, pero en el Salmo, muchos siglos después, en la dinastía de David, se afirma que el reposo no lo podrían alcanzar como sucedió en Meriba. Esto es debido que a pesar de que Israel “entró” a un reposo, realmente podían perderlo, tal como los padres lo perdieron en la desobediencia en Meriba (Hebreos 4:11).
Una nota interesante en el texto de Hebreos, es que en griego el nombre “Josué” es «Jesús», y por tanto, el juego de palabras se entiende mejor cuando lo incluimos: si el Jesús que los hizo entrar en el reposo de Canaán les dio el verdadero reposo de Dios, entonces el Jesús que muere en la cruz no tendría que venir a morir por ellos (“no se hablaría de otro reposo”).
En esta introducción de Hebreos, el Espíritu Santo está dejando claramente definido el nivel de importancia en una interpretación gramatical y literal, y enfocada en la Persona más importante de todas las Escrituras. No es el recibir bienes o respuestas positivas de las oraciones la que da reposo realmente, porque este tipo de reposo se pierde si no lo sabemos administrar.
La sanidad divina, realizada en una persona de forma fantástica, sigue pendiente de la obediencia del que recibió la sanidad, no sea que por la desobediencia le “suceda una cosa peor” (Juan 5:14). Ningún “reposo” en este mundo es eterno y es permanente. Lázaro fue resucitado por el mismo Dios a vista de todos, pero igualmente volvió a morir. El único reposo que no termina es aquel que se recibe por la fe en Cristo, y se adquiere por la bendición de su presencia. El verdadero reposo está en una persona divina, no en una religión, tradición o persona humana.
El Apóstol, pues, nos insta a entrar en el reposo de Dios que sí nos hace reposar como Dios, completa y perfectamente. Y ese reposo está en Cristo.